Poetas Hazversos

Un blog
para los amigos de la poesía
que nos reunimos
en torno a los poetas de la colección
"Hazversidades poéticas"

(Café Comercial, Glorieta de Bilbao, el último martes de cada mes a las 20:00)

martes, 31 de mayo de 2011

Algún día

Queridos hazvérsicos: nuestra siguiente edición será el próximo 8 de junio, miércoles. Para mí tendrá un significado muy especial. Se trata de un poeta extraordinario pero que sólo ha querido publicar un libro hasta ahora. Y publicándole yo ahora sus hazversidades me hago un autoacto de justicia poética y amical.
Se trata José María Torrijos, la persona más directamente responsable de que yo haya consagrado mi vida a la literatura. La primera persona a la que le pedí que leyera mis poemas de adolescente de quince años y me diera su consejo. Me alentó a seguir y lo que es más importante, me dio una lista de libros recomendados que en aquellos tiempos era algo así como el Índice prohibido del Vaticano. Aquello transformó mi vida hasta hoy, así que ya tenéis al culpable primero de vuestra desgracia lectora de las obras que he acabado perpetrando. El 8 de junio podéis venir pertrechados de armas arrojadizas, pero en cuanto oigáis los poemas de José María Torrijos lo que haréis será lanzarlas sobre mí por haber aprendido tan poco de un poeta hazverso, un escritor tan extraordinario. jaime alejandre. (Fotografías © Marmotarroja)

ALGUN DIA

Algún día no podrás verme aunque quieras
si no me reconoces en el aire,
ni en el pez que te roza bajo el agua.
No acertarás a descubrirme entre el rescoldo
de tus siete chimeneas.
Tal vez yo sea entonces arcilla o cráter mudo.
Pero ahora estoy aquí,
mientras duermes con paz de nube,
sin soportar el peso de tu espalda,
cual arcángel caído.
Seguro que navegas ya por espirales profundas,
que desciendes por laberintos de cristal
o te deslizas sobre barandas tersas
y recorres galerías idénticas a las circunvoluciones del cerebro.
Seguro que pretendes hallar la caracola anónima
donde una vez guardaste, celosamente,
tu secreto más íntimo.
Yo sigo aquí,
insomne,
descolgado de tu alfombra,
tan digno como un buda junto a una alcantarilla.
Y porque no me oyes
-martillo, yunque, estribo sin afán de onda-,
puedo decirte una verdad muy simple:
regresa.

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