Queridos hazvérsicos, ya llega un nuevo mes, y con él, el viernes 8, un nuevo Poeta Hazverso a nuestro Libertad 8.
En esta ocasión contaremos con Jorge de Arco, laureado escritor (casi dos decenas de premios, incluido el San Juan de la Cruz o el Arte Joven de Madrid) y sin embargo hombre honesto; licenciado en esa enfermedad infectocontagiosa que es la filología y en una de sus más virulentas cepas líricas, la alemana, y sin embargo buen y cercano escritor; crítico literario y sin embargo nunca clientelar; profesor y sin embargo humilde; editor de revistas literarias (“Piedra del Molino”) y sin embargo escritor que desconoce los rencores de la “segunda” profesión más antigua del mundo.
Poeta no al uso que se atreve a decir sin ambages que “la dicha es el recuerdo de lo que no se tuvo”.
Y más:
“...
Ahora,
sumidos en el vértigo silente de la edad
nos restan solamente
los dones que preceden a la última tiniebla,
su diluvio de almizcle,
los pálidos destellos de una lumbre que ya se va apagando,
las antiguas semillas de una sangre futura.
Y el presagio de hallar
ese lugar común que la luz nos reclama
para poder cerrarle
los ojos a la muerte”.
(De “La casa que habitaste”, Ed. Rialp, 2009)
LLEGAN CALLADAMENTE
Son como aquellos niños que nos traía el viento,
con sabor a maíz, a campos de oro y plata,
del lado del olvido, azulados, temibles,
curtidos tantas veces en batallas de sangre.
Llegan calladamente, sin más, sin sacrificio,
a la hora en que, intacta, devuelves la memoria
al vidrio de la lluvia, al quicio del silencio.
Como mano de barro que derrama su sed,
Así, digo, regresan, como cabellos rotos,
junto al lento fluir de los mares que pueblan
las madrugadas, largas noches de negra luna.
Si los llamas recuerdos…
(De “Lenguaje de la culpa”, 1998)
jaime alejandre
En esta ocasión contaremos con Jorge de Arco, laureado escritor (casi dos decenas de premios, incluido el San Juan de la Cruz o el Arte Joven de Madrid) y sin embargo hombre honesto; licenciado en esa enfermedad infectocontagiosa que es la filología y en una de sus más virulentas cepas líricas, la alemana, y sin embargo buen y cercano escritor; crítico literario y sin embargo nunca clientelar; profesor y sin embargo humilde; editor de revistas literarias (“Piedra del Molino”) y sin embargo escritor que desconoce los rencores de la “segunda” profesión más antigua del mundo.
Poeta no al uso que se atreve a decir sin ambages que “la dicha es el recuerdo de lo que no se tuvo”.
Y más:
“...
Ahora,
sumidos en el vértigo silente de la edad
nos restan solamente
los dones que preceden a la última tiniebla,
su diluvio de almizcle,
los pálidos destellos de una lumbre que ya se va apagando,
las antiguas semillas de una sangre futura.
Y el presagio de hallar
ese lugar común que la luz nos reclama
para poder cerrarle
los ojos a la muerte”.
(De “La casa que habitaste”, Ed. Rialp, 2009)
LLEGAN CALLADAMENTE
Son como aquellos niños que nos traía el viento,
con sabor a maíz, a campos de oro y plata,
del lado del olvido, azulados, temibles,
curtidos tantas veces en batallas de sangre.
Llegan calladamente, sin más, sin sacrificio,
a la hora en que, intacta, devuelves la memoria
al vidrio de la lluvia, al quicio del silencio.
Como mano de barro que derrama su sed,
Así, digo, regresan, como cabellos rotos,
junto al lento fluir de los mares que pueblan
las madrugadas, largas noches de negra luna.
Si los llamas recuerdos…
(De “Lenguaje de la culpa”, 1998)
jaime alejandre
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