El Café Comercial ha vivido momentos de escalofrío que este
poema de Montse dibujan mejor que nada:
Otras veces, la ciudad es un escalofrío.
Suele ocurrir en los crepúsculos,cuando las farolas aún no brillan
pero en las casas se han encendido ya las luces.
El paseante mira una fachada
y ve cinco o seis ventanas refulgentes.
Todas ellas le sugieren calidez,
de alguna distingue el interior:
una lámpara, un cuadro, un hombre en camiseta.
Entonces piensa en el peinado de su madre,
en el vaho de un plato de sopa
o en la sintonía de un programa de radio.
Y el sosiego que imagina en los otros,
le recuerda el desamparo.
(De “Arqueología”,
2003)
No hay comentarios:
Publicar un comentario