Por si fuera poco, al final de sus Hazversidades, la soprano
Paloma Soria nos cantó unos poemas en homenaje a Miguel Hernández, que amparaba
el colofón del libro Hazverso de Alberto.
Una tarde, otra tarde, memorable, en la que además de los
asistentes en la foto, si uno mira con detenimiento verá las sombras de
Melville, de Coleridge, de Rojas, de tantos poetas de los siglos que sin
importarles la lluvia, ni la de Madrid, se acercaron a acompañar a Alberto
Infante. Gracias a todos.
en que lo mata.
Matar es muy concreto. Recordar no:
si acaso, resulta ser más bien sutil.
Recordé el formato del texto, una versión ilustrada y
bilingüe para niños,
hoy ya nadie sacaría una versión así,
pero estábamos en los 70 con el futuro aún por editar.
Mis hijos, desde luego, lo recuerdan: el albatros, el mar
gélido y brumoso,
el anciano y barbudo marinero
cuyo terrible relato los empujaba a dormir.
No sé lo que recordarán mis nietos
cuando les cuenten historias a sus hijos,
si tienen hijos,
si quedan historias,
si tienen ganas de seguir contando.
Yo tuve suerte y puedo contar.
Dicen que el poder consiste en imponer los recuerdos.
Puede. Yo aún recuerdo cómo un día
me describió mi hija en su colegio:
médico y poeta, aseguró haber dicho.
Me lo explicó con orgullo.
Yo me la quedé mirando
y la besé en la frente.
Sobre el albatros, le dije, todo se reduce a dejarlo volar.
(Alberto
Infante, inédito)
Querido hermano Hazverso, sentí no poder compartir quirófano poético con el equipo que forma usté con sí mismo. El hermano Manuel me trajo como un regalo el libro del evento. Le debo un enorme abrazo por el placer de navegar en el mar de sus estrofas. Enorme satisfacción el encuentro con su palabra. Aprecio en gran medida su modo de auscultar, maestro. Nos vemos.
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