Así definiría yo la velada de esta tarde en las Hazversidades con el Magíster Luis Alberto de Cuenca. Amigos de toda clase y ninguna bandera, poetas de muy diversas poéticas y no infectados de la enfermedad mortal de las envidias, músicos de delicadas resonancias ajenos a toda estridencia... todos alrededor de la lírica ironía de Luis Alberto que nunca produce desasosiego sino que inunda el corazón de una serenidad épica, la de los resistentes incluso ante los zarpazos con que a menudo la existencia nos alerta de la implacable verdad de los efímeros...
Isabel
Isabel se ha matado. Dejó cartas absurdas
con recomendaciones y sarcasmos estúpidos.
Lo consiguió por fin, y me alegro por ella:
sufría demasiado. En la autopsia el forense
desmenuzó su cuerpo y encontró dentelladas
cerca del corazón y a la altura del pubis.
No hay luz en la buhardilla de Zurbano. El silencio
pasea su victoria sobre las papelinas
ocultas en el libro de Arcimboldo, y la muerte
ha llenado la casa de paz y de goteras;
sigue abierto un tebeo de Conan por la página
en que matan a Bélit, y otro de Gwendoline
con manchas de carmín en la dulces heridas.
Isabel ha dejado de molestar. Sus ojos
ya no arrojan al mar residuos radiactivos.
(De "La caja de plata")
Me llamo Isabel.
ResponderEliminarMiro siempre el mar, que me limpia de versos despiadados como éste.
Aún no me he matado, sigo sufriendo
y soñando con una venganza universal
que caiga como lluvia radiactiva
sobre todo tipo de perVersos, sádicos y psicópatas.
Lo siento.